Cloud y compañía están de fiesta, y con ellos una generación que creció deleitándose con unos los JRPG más grandes de la historia y que además influenció al resto de videojuegos hasta la fecha.
Un hombre llamado Cloud llegó por primera vez a las pantallas de todos los amantes de los videojuegos un 31 de enero. Con ellos se empezó a popularizar rápidamente hasta lograr ser el juego JRPG más influyente de todos los tiempos. Un dato anecdótico que servirá como ejemplo su popularidad, es que en aquel año de 1997 se establecieron dos récords mundiales en distintos medios. El primero fue el fenómeno llamado Titanic y por otro lado estaba Final Fantasy VII.
Este título vendió más de 13 millones de copias en todo el mundo ganando unos 16,5 millones de dólares en Norteamérica tan solo en el fin de semana de estreno. Estas cifras equiparaba a muchas superproducciones de Hollywood hasta ese momento. Este boom fue tan grande que decantó la guerra de consolas a favor de PlayStation en el debut de Sony en el mercado frente a la Nintendo 64 y la Sega Dreamcast.
Un JRPG en occidente:
Este género siempre fue visto como un bloque de nicho para el mercado asiático. Grandes títulos a la fecha solo salían en Japón, pero gracias al éxito de Final Fantasy VII fue que se popularizaron en mayor o menor medida los juegos de rol japoneses en occidente. Este género se caracteriza por combates por turnos y los menús con mecánicas, como la magia elemental, los intercambios de estados y las habilidades exclusivas de un determinado personaje o clase.
Como en occidente habían más juegos relacionados al deporte o la acción, este lanzamiento ocasionó que el JRPG rompa un paradigma y logrará lo que otros títulos no pudieron.
Pues bien, FFVII es uno de esos juegos que nunca pasará de moda, un título que siempre estará en boca de todos y que escucharás así sea mencionado por el más hater del juego. Es lógico, ya que ha sido portado a todas las plataformas de videojuegos activas. Ahora puedes jugar a Final Fantasy VII en tu teléfonos, tablets, todo tipo de consolas y PC.
Un viaje a la nostalgia:
Hace veinticinco años, un 31 de enero, Final Fantasy VII comenzó su viaje mágico. Nos presentó a un mercenario llamado Cloud Strife donde se une al grupo ecoterrorista Avalanche para bombardear los reactores de energía operados por la Compañía de Energía Eléctrica Shinra. A través de una fatídica serie de presentaciones y revelaciones, la cruzada de Avalanche contra Shinra se convierte en una búsqueda para rescatar el planeta de un meteorito convocado por el desequilibrado super soldado Sephiroth.
Durante tu camino irás reclutando a pintorescos personajes que se unirán a tu lucha. Partimos con el líder Cloud, pasando por el revolucionario amargado Barret Wallace, la valiente camarera Tifa Lockheart y la tierna Aerith Gainsborough. Juntos, escapan de los tugurios sin sol de Midgar para adentrarse en la vasta y enorme zona plagada de nuevas amenazas.
Final Fantasy VII tuvo un alcance enorme para ser un juego en 3D. Con unos increíbles tres discos en total, FFVII no se sentía largo, sino más profundo y rico, algo que muchos juegos no mostraban antes. Esto hizo de que los occidentales quienes no estaban muy interesados en los JRPG logren voltear y ver esta maravilla. Es difícil determinar el ingrediente secreto del éxito mundial del juego. Fue el intrigante diseño de los personajes, obra del ilustrador de la serie Tetsuya Nomura. Fue la tremenda partitura de 32 bits del compositor de la serie Nobuo Uematsu. Fue una tormenta perfecta de buen gusto y tonterías de anime.
La secuela numerada de un grandioso Final Fantasy VI:
Fue un gran avance para la crítica, incluso para los elevados estándares de los JRPG de los 90, como Chrono Trigger, EarthBound y Final Fantasy VI. De hecho, entre los aficionados a la franquicia existe la vieja cuestión de si FFVII o FFVI representan mejor la serie. Los dos juegos son algo similares en su afán por reinventar los juegos. FFVI amplió el reducido plantel de los primeros juegos en un conjunto diverso de personajes jugables. El juego también sucedió al estilo medieval de los primeros títulos con el steampunk y el magitek. La revolución industrial de FFVI prefiguraba la decadencia urbana y la crisis medioambiental de FFVII, ambos mundos crepitaban con una terrible modernidad.
La transición de las 2D a las 3D sirve de base para comparar FFVI y FFVII, respectivamente, pero eso es subestimar la diferencia en extremo; FFVII no se limitó a sustituir los sprites por polígonos. Ni siquiera es así cómo describiría la evolución de los éxitos de taquilla más simplistas y aptos para niños de esta generación, como Super Mario 64 y Ocarina of Time. FFVII debería haber sido una dura introducción al potencial técnico de los juegos de consola en 3D, pero en lugar de eso, el juego resultó ser una obra maestra por derecho propio. Las escenas de FFVII, muy rítmicas y sin palabras, eran la representación más cruda de la innovadora cinematografía del juego. La cámara de los combates y los fondos texturizados (comparando los patrones de sprites de los juegos anteriores) acercaban a los personajes, a pesar de su anatomía en bloque, al mundo natural. Fueron muchas pequeñas cosas que, en el transcurso de 36 horas de juego, se convirtieron en algo más grande y sin lugar a dudas.
Que mejor homenaje que un remake:
FFVII era un concepto de mundo abierto inagotable con una historia centrada y absorbente que nos mantenía en vilo. Configuró el gran reto de los videojuegos en las décadas posteriores: ampliar el mundo abierto y enriquecer la vida de sus habitantes. Es por ello que el remake que se lanzó durante el último año y medio en PlayStation y PC, se toma grandes libertades con el material original. Se puede considerar más bien una secuela, un reimaginado que remezcla el juego original con algunos de los sentimientos más brillantes y los caprichos amistosos de la otra serie de JRPG emblemáticos del director Tetsuya Nomura, Kingdom Hearts. Una decisión brillante como reestructuración y con una preocupación como la reciente edición Intergrade que reintroduce a la ninja Yuffie haciendo que esto pueda seguir modificando el esquema original.
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