¿Así que te pasaste Dark Souls sin recibir un solo golpe? Permíteme que te lance un desafío más brutal: dar cinco pasos seguidos en Baby Steps sin caerte de cara.
Escribe: Retrotriped
De la retorcida mente de uno de los creadores de Getting Over It (2017), llega este juego que está de camino a ser uno de los más trolles de la historia del gaming moderno. ¿Te quejabas de Hideo Kojima y de su “Rappi Simulator”? PERFECTO, ahora imagínalo sin todas las cosas que lo hacen especial, pero añadiendo una capa de dificultad increíble en cada paso que das. Literalmente.
Baby Steps ya está disponible para PC y PS5, con una cámara que parece tener una fijación especial con el trasero del protagonista. Prepárate para una aventura donde tu peor enemigo no es un dragón, ni un apocalipsis zombi, sino la gravedad y tu propia incompetencia.
HISTORIA: Un torpe viaje inesperado
Seguiremos los “heroicos” pasos de Nate, un nini treintañero cuyo mayor logro del día era encontrar el trozo de pizza que dejó perdido en el sofá. Un día, intempestivamente, es abducido y abandonado en mitad de un entorno montañoso. Así, sin más detalles. Perdido y confundido, Nate descubre una terrible verdad: ha pasado tanto tiempo tirado en el sofá que su cerebro ha formateado la carpeta "Caminar". Dar un simple paso se convierte en una hazaña que requiere más precisión y técnica que ejecutar un combo de 10-hits en Street Fighter.
Pronto se da cuenta de que no está solo. En su torpe odisea se topa con un puñado de personajes (algunos de ellos no humanos) que parecen perfectamente conscientes de dónde están y qué está pasando. Es aquí donde este título muestra su genialidad. Nate, en un acto de orgullo patético, se niega a admitir su total ineptitud, pues nunca acepta que está más que perdido; su única estrategia social es balbucear y esperar que nadie note que tiene la coordinación de Bambi recién nacido, sobre hielo.
Así, el "viaje" de Nate se convierte en un triángulo de las Bermudas existencial: intentar averiguar qué ha pasado, encontrar el camino de vuelta a casa y, lo más importante, no parecer un completo inútil en el proceso.
Al principio, la "trama" parece tan coherente como un sueño con fiebre de cuarenta grados. Sin embargo, minuto a minuto, caída tras caída, el juego te atrapa con su humor abstracto y su extraña sinceridad. Adquieres un gusto culposo por su rareza. Empiezas a desear que aparezcan las cutscenes, como un oasis de comedia en tu desierto de fracaso, solo para obtener una nueva migaja de este rompecabezas sin sentido. Y sí, para que quede claro: no todas las escenas tienen pies ni cabeza, lo cual, irónicamente, encaja a la perfección con el juego.
GAMEPLAY: El arte de desaprender a caminar
Aquí es donde el juego te mira a los ojos, se ríe y te dice: "Todo lo que sabes sobre mover a un personaje en un videojuego no sirve para nada". En Baby Steps controlas cada acción y cada pierna por separado. Con la "W" no avanzas, te inclinas hacia adelante. Para dar un paso, debes levantar una pierna con un clic del ratón, y luego la otra con el otro clic. Caminar se convierte en una danza rítmica infernal: W, clic izquierdo, W, clic derecho, repetido hasta el infinito o hasta la próxima caída. Los primeros minutos son un espectáculo de ragdoll digno de un vídeo viral, una danza caótica donde caes sin saber por qué, cómo ni cuándo. Te sientes como un tonto, y el juego se asegura de que esa sensación no te abandone. Jamás.
Pero entonces, le agarras el ritmo. Consigues dar cinco, diez, ¡quince pasos seguidos! Te sientes como un dios de la motricidad, un prodigio de la coordinación. Esa pequeña victoria se siente mejor que haber completado la Pokédex. Y justo en ese instante de gloria, tu pie choca con una flor y caes cien metros montaña abajo. Porque en este juego, no importa lo bueno que creas que eres: siempre te caes. Y cuando te caes, lo pierdes casi todo.
La consigna es engañosamente sencilla: a lo lejos, verás una luz. Ahí es donde tienes que llegar. El mapa, por cierto, es un bucle infinito (consejo de oro que Nate tardó horas en descubrir), así que no te preocupes por la dirección, porque tarde o temprano, cualquier camino te llevará a Roma... o a esa luz. El problema es que esa luz suele estar en la cima de algo muy, muy alto. Cuando eres consciente de que tardaste media hora en subir hasta ahí, el dolor de perderlo todo por un simple tropiezo es casi físico.
El juego es un troll profesional. No hay interfaz, ni mapa, ni indicaciones más allá de esa vaga luz que debes seguir como una polilla. No hay checkpoints. No hay muerte. El castigo es mucho peor: perder tu valioso tiempo y tener que volver a escalar esa maldita pendiente por vigésimo tercera vez. Al juego, sencillamente, no le importa que sufras. Es más, parece que lo disfruta.
Para añadir sal a la herida, a veces encontrarás objetos que debes cargar. Olvídate de un inventario; los llevarás torpemente en las manos. Si te caes, el objeto puede rodar cuesta abajo, perdiéndose para siempre junto con tus esperanzas y sueños. Y si por un milagro llegas a tu destino, el juego te recompensa con extraños minijuegos, piezas etéreas y surrealistas que parecen explorar el pasado de Nate, dándole un extraño propósito a tu tortura.
ESTÉTICA: Un caos orquestado
Visualmente hablando, Baby Steps no te va a hacer comprar una tarjeta gráfica nueva. Su estilo es deliberadamente sencillo, casi de juguete, un estándar de calidad en el subgénero de los "juegos troll" como Goat Simulator. Y seamos sinceros, no necesitas texturas fotorrealistas 4K cuando toda tu capacidad cerebral está dedicada a intentar no caerte. La verdadera estrella del espectáculo son las animaciones de Nate, una oda a la física ragdoll. Cada tropiezo es una obra de arte grotesco, y los desarrolladores han incluido una sutil pero hipnótica física dedicada exclusivamente a las nalgas del personaje. Dado que el 99% del juego lo pasarás mirando esa parte de su anatomía, ese rebote rítmico con cada paso se convierte en un detalle... extrañamente memorable.
Pero donde Baby Steps se convierte en una genialidad es en su diseño sonoro: una cacofonía perfectamente orquestada que mezcla lo relajante con lo absurdo. Los propios desarrolladores explicaron que tomaron sonidos cotidianos de senderismo para crear ritmos. El resultado es una mezcla bizarra de graznidos de patos, chapoteos en el barro, el "woosh" del viento y ladridos de perro, samples que en cualquier otro contexto serían un desastre, pero que aquí encajan de una forma... inquietantemente perfecta. Cada paso de Nate produce un "squish" húmedo y cómico, y de fondo, una inexplicable sinfonía de animales de granja marca el compás de tu fracaso. Estás sudando, al borde de un ataque de nervios, y de repente un "¡kikirikí!" se sincroniza a la perfección con tu caída al abismo. Es absurdo, es brillante y es la firma de un juego que es, en el fondo, una broma pesada muy bien ejecutada.
Mención aparte merece el doblaje. Las actuaciones de voz, exclusivamente en inglés, son soberbias. Cada cutscene está plagada de un humor y unos matices que están intrínsecamente ligados al idioma. Traducirlo no solo sería una pesadilla, sino que le arrancaría el alma al experimento. Funciona tan bien en su idioma original que cualquier intento podría malograrlo.
CONCLUSIÓN:
En esencia, Baby Steps es una broma pesada convertida en una obra de arte masoquista. Nos pone en los torpes zapatos de Nate, un nini protagonista de una historia tan absurda como magnética, contada a través de cutscenes con un doblaje en inglés simplemente perfecto. Su gameplay es una tortura deliberada: un sistema de control que te obliga a reaprender a caminar, garantizando caídas constantes y castigos brutales que aniquilan tu progreso sin piedad. Todo esto envuelto en una estética visualmente simple pero con una física ragdoll gloriosa, y un diseño sonoro que es una genialidad: una cacofonía rítmica de animales de granja que se burla de tu sufrimiento. Es un troll profesional, una prueba de paciencia que te hará sentir un completo inútil, pero que extrañamente te recompensa con la satisfacción más pura por lograr lo más básico: dar un paso tras otro sin caerte de cara.
Baby Steps es un filtro. Un experimento psicológico disfrazado de videojuego que pondrá a prueba los límites de tu paciencia. Es frustrante hasta decir basta. Te sentirás inútil mil veces. Pero entre caída, encontrarás momentos de pura genialidad, de risa genuina ante tu propia desgracia y una sensación de logro por avanzar un metro que ningún otro juego te podrá dar.
No es para todos. De hecho, es para una minoría muy específica de jugadores que disfrutan del dolor. Pero si eres de esos, has encontrado tu nuevo juego de cabecera.
Lo bueno:
● Su concepto, una idea tan simple como brutalmente ejecutada.
● El humor que nace de la física ragdoll y un diseño de sonido cómico y genial.
● Las cutscenes, aleatorias, divertidas y con un doblaje fantástico.
● La incomparable (y ridícula) sensación de victoria al superar un obstáculo simple.
● Mucha rejugabilidad.
Lo malo:
● La frustración es real y puede ser insoportable. No hay checkpoints, el castigo es cruel.
● Si su propuesta no te engancha en la primera media hora, lo odiarás con toda tu alma.
● La falta total de guía puede hacer que te sientas perdido y repitiendo lo mismo una y otra vez.
NOTA:
75/100
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