¿Recibes realmente la velocidad ofrecida por tu proveedor de Internet?

 Recientemente, el Congreso aprobó que la velocidad de los servicios de Internet no puede ser menor al 70% de lo ofrecido por el proveedor. Sin embargo, la gran mayoría apenas bordea el 40%. Expertos analizan el problema e incluyen algunos consejos para conocer mejor la velocidad de tu servicio.


En un contexto sin precedentes, marcado por el distanciamiento y aislamiento social a consecuencia de la pandemia, el tráfico de internet en los hogares ha aumentado considerablemente y millones de usuarios dependen hoy de sus planes de conexión fija para trabajar, estudiar, entretenerse y comunicarse; todo y todos al mismo tiempo.

Sin embargo, esa conectividad simultánea ha generado el colapso y/o saturación de muchas redes domésticas (especialmente en horas pico) debido a factores como la velocidad de conexión y el ancho de banda, conceptos que no todos los usuarios conocen y cuya ignorancia muchas veces es aprovechada por algunas empresas.

“En la mayoría de casos, la velocidad de conexión a Internet no llega siquiera a acercarse a la que el usuario contrató y las leyes no son precisamente estrictas con eso. Al menos, no lo han sido por mucho tiempo”, comenta Víctor Jáuregui, director de WIN, una de las pocas empresas de telecomunicaciones en Perú que sí cumple con las exigencias de sus usuarios.



Cambios en la Ley

Recientemente, el Congreso aprobó la modificatoria a la Ley 29204, en la que se establece que la velocidad de los servicios de Internet no puede ser menor al 70% de lo ofrecido por el proveedor.

 “Antes de esta modificatoria, el tope establecido era del 40% y eso, en esta coyuntura, pasó factura a la dinámica de trabajo y escuela desde casa”, acota Jáuregui.

Por su parte, Crisólogo Cáceres, presidente de la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (ASPEC), señala que el problema principal es que las empresas proveedoras de este servicio ofrecen al consumidor un producto a sabiendas de que no es necesariamente lo que van a entregar.

“Lo que hacen, lamentablemente, es perfectamente legal. Guarda armonía con lo dispuesto por el art. 6.1.1 de la Resolución de Consejo Directivo N° 129-2020-CD/OSIPTEL que modifica parcialmente el Reglamento de Calidad de los Servicios Públicos de Telecomunicaciones”, explica Cáceres.

“Cabe indicar que el citado Reglamento es una norma que data originalmente del año 2017. Por tanto, ya quedó desfasado por la tecnología actual. Se expidió en una época en que la tecnología era 2G o 3G. Ahora estamos en 4G y 5G. Hay que actualizarlo, pero de manera integral”, añade el también profesor de Derecho del Consumidor.

Como se aprecia, más que un problema técnico es una cuestión de política empresarial y de regulación. “Las empresas deberían ofrecer un producto lo más cercano posible a lo que en verdad pueden darle al consumidor, descontando los recursos que el sistema necesita para operar y que pueden aminorar la velocidad”, apunta Cáceres.

Cómo medir la velocidad

Para poder medir nuestra velocidad de conexión a Internet, existen actualmente diversas alternativas, como los llamados ‘speed test’ y otras aplicaciones web y móviles, algunas más precisas que otras. Entre ellas figuran: Ookla, Fast.com, SpeedCheck, Speakeasy, etc. Cabe tener en cuenta que algunas aplicaciones indican la velocidad en MB (megabytes) y no en mbps (megabits por segundo), con lo que tendrá que hacer la conversión de cuál es su plan.

Generalmente, los expertos recomiendan hacer la medición conectado al router mediante cable, aunque esto es obviamente imposible con un teléfono móvil. En ese caso, la prueba debe hacerse situado al lado del router, para asegurarse de que las posibles interferencias de paredes u obstáculos no afectan a la medición.

En la computadora personal es recomendable cerrar todas las pestañas abiertas en el navegador salvo la de la prueba, y cerrar cualquier aplicación que pudiera interferir. En el celular esto no suele ser problema, pues en general se ejecuta una tarea a la vez, aunque también puede desactivar aplicaciones que corran en segundo plano o hayan quedado abiertas.


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